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Litos geométricos del Complejo Huentelauquén en el Limarí

Solapas secundarias

Antiguos cazadores pescadores Huentelauquén en el norte semiárido

Campamentos residenciales, logísticos y ceremoniales con presencia de fauna extinta o litos geométricos, fueron las ocupaciones que articularon los primeros habitantes de la costa semiárida del territorio chileno entre el 10000 y 6000 a.C.

Desde la definición del complejo a principios de los '60, en esta zona se han estudiado sitios como El Teniente, Pichidangui y La Fundición 1, y se ha prospectado y excavado sistemáticamente en la Provincia del Choapa (Jackson y Méndez, 2005; Jackson et al., 1997-1998, 1999, 2011, 2012, 2014; Seguel y Jackson, 2014; Méndez, 2002).

A partir de estos estudios, se propuso un modelo de asentamiento para el semiárido, que sugiere que los grupos Huentelauquén tenían un "patrón de movilidad residencial con locaciones logísticas a lo largo de la costa con ocasionales excursiones a los valles del interior" (Jackson et al., 2011a: 230).

Su ocupación del espacio se habría organizado en torno a dos formas:​

  • Orientación litoral

Temprana red de asentamientos que articulaba campamentos residenciales con campamentos de tareas. En los primeros se realizaban diversas labores y en los segundos se explotaba recursos costeros específicos (Jackson y Méndez, 2005: 498).

Se habría desarrollado entre los 10500 a 9000 a.C., entorno a las bahías con más recursos y biodiversidad para la recolección de moluscos, pesca y caza de mamíferos marinos.

La abrasión en los dientes de ciertos esqueletos y los escasos recursos 'terrestres' confirmaron la dieta marítima (Jackson et al., 2011a).

Estos emplazamientos representan la temprana colonización de grupos con una fuerte adaptación costera y tradición tecnológica, vinculados a los primeros pobladores del Pacífico Sur (Jackson et al., 2011a).

Las ocupaciones litorales se identificaron a partir de sitios distribuidos en los sectores de Boca del Barco, Purgatorio y Ñagué en los alrededores de Los Vilos, en terrazas sobre el acantilado costero, situadas entre los 20 a 40 metros sobre el nivel del mar.

En los campamentos residenciales se observaron conchales, fogones, áreas de manufactura y de procesamiento de herramientas líticas con materias primas locales, y en menor medida foráneas.

Los campamentos de tareas se asociaron a conchales medianos donde realizaban actividades limitadas, con predominancia de una especie malacológica como la macha, y escasa fauna litoral (Jackson y Méndez, 2005).

Desde estas locaciones, se habrían efectuado ocasionales movimientos hacia los valles interiores y cordillera para la búsqueda de recursos complementarios e insumos como el cuarzo (Jackson y Méndez, 2005: 498).

  • Orientación interior o quebradas

Surgidos entre el 7500 y el 6000 a.C. a partir de la movilidad de los grupos costeros, los campamentos en el interior del semiárido habrían sido ocasionales. En ellos se elaboraba instrumentos líticos, se recolectaba y cazaba fauna terrestre, particularmente camélidos, zorros, roedores y aves, y se consumía moluscos en menor proporción (Jackson y Méndez, 2005).

Se registró su existencia en la desembocadura sur del río Choapa, y a lo largo de las quebradas Chigualoco, Boca el Barco, Mal Paso, Quereo, Los Desechos y por las localidades de Totoralillo y Pichidangui (Jackson y Méndez, 2005).

Las dos modalidades de asentamientos representarían diferentes momentos:

  • Primero de cazadores recolectores orientados al litoral con una consistente adaptación costera.
  • De la mano de cambios ambientales que incrementaron la aridez, las locaciones se habrían dispersado hacia valles y zonas cordilleranas con una subsistencia de carácter terrestre (Jackson y Méndez, 2005).

Los grupos seleccionaban sus emplazamientos en la costa e interior en función del transporte hacia los recursos, según un modelo de movilidad residencial (Jackson y Méndez, 2005).

Factores sociales también influyeron en la configuración de las ocupaciones, dimensión que se ha observado particularmente en los campamentos complejos o ceremoniales, como el yacimiento Huentelauquén en el semiárido o La Chimba 13 en el norte árido.

Sitio Huentelauquén

Asentamiento tipo, que dio nombre y definió el complejo, ubicado en el margen norte del río Choapa. Entre el 7400 al 6000 a.C. fue utilizado por lo menos estacionalmente como campamento base residencial por hombres, mujeres y niños (Costa-Junqueira, 2001).

Está a dos kilómetros de la costa y en él los modos de subsistencia fueron variados, ya que al consumo de mariscos y mamíferos acuáticos se sumaron vegetales y la caza de camélidos y aves (Weisner et al., 2000; Costa-Junqueira, 2001).

Cubrió 250 mil metros2 de superficie, en los que se han detectado:

  • Sectores habitacionales
  • Talleres líticos
  • Área de desecho de moluscos (conchal)
  • Entierros humanos

Variedad instrumental, fauna terrestre, marina y litoral, vegetales y litos geométricos manifiestan también la mayor complejidad funcional de este asentamiento que otros de la región (Jackson y Méndez, 2005).

Estas locaciones habrían servido para el encuentro de comunidades dispersas y la realización de ritos para la cohesión social (Jackson y Méndez, 2005).

Los grupos retornarían periódicamente "a sepultar a sus difuntos y a realizar actividades cúlticas [sic] que tendrían de alguna manera relación con estos objetos líticos tan excepcionales" (Weisner et al., 2000: 616).

Se han recuperado una amplia variedad de semillas, que reflejan diferencias en el ambiente entre los distintos períodos en que el sitio fue habitado:

  • Inicial o temprano: flora propia de pantanales, vegas y marismas.
  • Niveles intermedios: vegetación que requiere mayor humedad.
  • Finales: plantas xerófilas o adaptadas a condiciones de aridez, similares a las actuales (Weisner et al., 2000).

Recolección y molienda de recursos vegetales alimenticios se evidenciaron en molinos planos, manos de moler y semillas como la quínoa (Weisner et al., 2000; Llagostera et al., 2000).

El enterramiento era múltiple: 2 hombres y 1 mujer adultos, y fragmentos de 4 osamentas infantiles se hallaron acompañados de piedras molino, conchas enteras y cuentas de collar.

Mediante carbono 14, un hueso fue fechado en 6080 a.C. (Costa-Junqueira, 2001).

Un gran número de litos geométricos además de instrumentos líticos como puntas de proyectil, cuchillos, perforadores y raspadores se encontraron en la superficie y estratigrafía del sitio (Weisner et al., 2000).

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