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Cultura diaguita en las cerámicas del Museo del Limarí

Solapas secundarias

Cultura Molle y Ánimas: antecesores del pueblo diaguita


La cerámica es un indicador para distinguir la identidad cultural de las etapas agro-alfareras del período temprano, medio y tardío del pueblo diaguita en la Región de Coquimbo.

A las elaboradas por el pueblo diaguita, le anteceden los vestigios de la alfarería del pueblo Molle y Ánimas.

Cultura Molle (300 a.C - 800 d.C):

Los primeros alfareros en el norte semiárido fueron los pertenecientes a este pueblo. Ellos introdujeron la tecnología hacia el 150 a.C.; y sus piezas se caracterizaron por su mayor altura. También por la simetría espacial y bases planas, que las diferenciaban de la diaguita.

La importancia simbólica de estas piezas radica en que representaron el desarrollo de la antigua tradición pastoril de los Andes Meridionales, con la creación de figuras de animales.

Esta alfarería se caracteriza por:

o Finas rayas paralelas grabadas mediante una incisión.

o Fuerte énfasis en una decoración geométrica según las zonas pintadas de las piedras.

o Piezas asimétricas, con estilizaciones zoomorfas.

o Vasos altos pintados, con dibujos estilizados que representan la figura de camélidos.

Lograron manufacturar objetos de diferentes materias primas, como los tembetás o bezotes, adornos personales confeccionados en cobre nativo tratado en formas de láminas. Prendedores para vestimentas en hueso, piedras molinos, y cerámicas domésticas y ceremoniales.

Se destaca la industria de la piedra tallada para confeccionar instrumentos tales como puntas de proyectil, hojas para cuchillos de mano, perforadores y tajadores, entre la industria artesanal de los líticos (Cerda, 2013: 58-60).

Los sitios Molle de la IV región se ubican al sur de la Quebrada Los Choros hasta Illapel y Salamanca en el Choapa, encontrándose mayormente en Río Hurtado.

o Cultura Ánimas (800 - 1200 d.C):

La Cultura Ánimas se definió como una población de pastores, agricultores y pescadores. Sucedieron al pueblo Molle, pero no existe una noción de continuidad entre ambas sociedades.

Ocuparon sólo una parte del norte semiárido, desde el valle de Copiapó hasta los valles de Hurtado y Limarí, incluido un asentamiento permanente en el litoral marítimo en la bahía de Coquimbo (Cerda, 2013: 65).

El perfil distintivo de la cerámica Ánimas radica en la combinación del rojo, blanco y negro en platos con formas tronco-cónicas, cuyas líneas geométricas anguladas y representaciones zoomorfas definen la identidad y variedad estilística.

En sus excavaciones en el sitio Las Ánimas, situado al interior del Valle del Elqui, Francisco Cornely, encontró materiales que atribuyó a la primera fase de la cultura diaguita, denominada por él "arcaica".

En Ánimas, las cerámicas encontradas por Cornely tenían tres características:

1. Piezas de formas de cono, de bases planas o redondeadas y paredes oblicuas ligeramente encorvadas.

2. Sus colores son generalmente el negro, blanco y rojo.

3. Su decoración se representa en líneas rectas, zig-zag y triángulos adosados a una línea (1994: 35).

Excavaciones realizadas en Puerto Aldea, Punta de Teatinos, Punta de Piedra y Plaza de Coquimbo, permitieron redefinir el origen de la cultura diaguita chilena, y detectar la existencia del complejo Las Ánimas como agroalfarero medio entre el 800 - 1000 d.C (1991: 24).

De ese período se encontraron objetos en concha, madera e instrumentos de piedra, tales como percutores, pesas, pulidores y puntas de proyectil. El progreso tecnológico que alcanzó la Cultura Ánimas respecto de Los Molles, se observa en la riqueza material y algunos aspectos simbólicos de su cerámica.

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